**Mi Experiencia en una Agencia: Cuando Me Sentí como Mercancía**
Hubo un momento en mi vida (cuando empece en este mundo) en el que, por diversas circunstancias, tuve que trabajar en una agencia.
Desde el primer minuto, me sentí como una mercancía, algo que solo importaba por lo que podía ofrecer. Recuerdo a un hombre que, durante la "entrevista", me preguntó si estaba dispuesta a hacer "todo".
No se preocupó por saber quién era yo, ni qué pensaba, ni si me sentía cómoda. No. Solo quería saber hasta dónde podía llegar y si el podria su forma de tortura conmigo. En seguida me pidió que girara para observar mi cuerpo, como si fuera una pieza de exhibición. Me miró los dientes, algo que realmente me sacó de quicio, porque en ese momento me hizo pensar en cómo las personas alguna vez fueron tratadas como esclavas, como si su valor dependiera solo de su cuerpo, de lo que podían dar sin importar su humanidad.
Esa sensación de ser un objeto, de ser medida, evaluada y catalogada, se me quedó grabada. Pensé, ¿en qué momento nos perdimos? ¿En qué momento dejé de ser una persona y pasé a ser solo una "oferta"?
Agencias nos quita la mitade del valor que el cliente paga. 50/50
Todas las chicas que eligen trabajar con agencias, por la falsa sensación de seguridad, son sometidas a toda deshumanización imaginable sin derecho de elección.
Nunca me olvidaré la sensación de que había estado trabajando, sacrificando mi dignidad, mi tiempo, mi cuerpo, para que otro se beneficiara.
Durante esa experiencia, no solo me vi atrapada por las promesas vacías de las agencias, sino que vi cómo otras chicas pasaban por lo mismo. Chicas que, como yo, pensaban que podían ayudar a su familia, que creían que esa era la única salida para salir del hoyo. Y aunque muchas no lo admitan, había algo en los ojos de todas nosotras que decía lo mismo: estábamos atrapadas. Y no porque quisiéramos, sino porque no teníamos otra opción. Es fácil caer en esa trampa, cuando el dinero rápido parece ser la solución a tus problemas más urgentes.
En esos momentos, entendí algo fundamental: la diferencia entre estar en una agencia explotadora y ser una chica independiente.
Las chicas que están atrapadas en agencias no tienen control sobre nada, ni siquiera sobre sus cuerpos. Se les dice cuándo trabajar, qué hacer, con quién estar. No pueden poner límites, no pueden decidir cuándo decir "no". Son tratadas como objetos, como piezas en una rueda que gira sin que ellas puedan detenerla. En cambio, las chicas independientes tienen algo que les falta a las demás: el control. Ellas eligen sus propios límites, su propio tiempo y, sobre todo, tienen la libertad de decidir qué hacer con su cuerpo y con su vida. No están controladas por un sistema que las explota. Ellas se toman el tiempo de conocerse a sí mismas, de entender qué están haciendo y, lo más importante, de decir "sí" o "no" cuando lo sienten.
Hoy, mirando atrás, no puedo evitar preguntarme cómo es posible que algunos hombres elijan ir a agencias, sabiendo lo que está pasando detrás de esa fachada. ¿Por qué prefieren apoyar un sistema que explota a las mujeres, en lugar de buscar una opción más ética y humana? ¿Por qué no optar por una chica independiente, que, aunque tiene sus propios desafíos, tiene el control de su vida y su trabajo?Es fácil ignorar la realidad cuando no te afecta directamente, cuando solo se trata de satisfacer tus propios deseos. Pero cada vez que alguien elige una agencia explotadora, está eligiendo cerrar los ojos a la verdad. Está eligiendo no ver que esa chica no está allí por gusto, sino porque no tiene otra opción. El problema no solo está en cómo se trata a las mujeres dentro de esas agencias, sino en la elección consciente de ser parte de un sistema que perpetúa la explotación.
La próxima vez que alguien se pregunte qué diferencia hay entre una chica de agencia y una independiente, la respuesta es simple: la libertad. Y esa libertad es lo que deberíamos valorar. Porque al final, el valor de una persona no está en lo que puede ofrecer, sino en lo que puede decidir por sí misma.
Fernanda Souza 💋